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La trama invisible

Oculto a nuestra confortable cotidianeidad (pido permiso para utilizar el término confortable desde el punto de vista de un humano medio anterior al año 1800), existe un entramado que da, callada e invisiblemente, firmeza al tejido de nuestra realidad.

Todos somos, de alguna manera, trapecistas en una infinita pista circense de toma de decisiones propias y ajenas. En muchos casos, portando un arnés de seguridad, como pueden constituirlo el tener derecho a un sistema de protección para el desempleo, disfrutar de un “solvente” sistema sanitario público ―sí, veo necesario entrecomillarlo―, estar cubiertos por un seguro o tener previstos unos ahorros para las vacas flacas, amén del colchón que siempre puedan suponer la familia y los amigos… Pero a veces, bien por carecer de ese arnés o haberlo perdido, bien por la magnitud del desastre que nos haya barrido del tablero de juego de golpe junto a otros muchos, caemos derrotados y exhaustos. Y en ese momento, cuando más oscura se vuelve nuestra existencia, descubrimos que esa trama invisible que subyace a lo que era nuestra vida, alumbra de nuevo nuestro camino.

Mirando de cerca esa trama vemos que está formada por personas. No os quepa la menor duda de que sin ellas, nuestra vida con denominación de origen “primer mundo” sería radicalmente distinta. Hablo del tercer sector y está formado por todo tipo de almas inquietas e inconformistas agrupadas en organizaciones sin ánimo de lucro y organizaciones no gubernamentales. Sus ingresos provienen sobre todo de donaciones privadas y buscan responder a los acuciantes problemas sociales, sanitarios, culturales, ambientales y de beneficencia que les rodean. Permanentemente en acción producen un gran, aunque también ignorado, impacto.

Pero, cogiendo el microscopio para observar aun más de cerca la citada trama, comprobaremos que existe en todos y cada uno de nosotros un gen solidario. Algo que, ya sea con pequeñas acciones individuales en nuestro día a día o no permaneciendo impasibles ante desgracias colectivas, produce también un alto impacto. Ver a tantos arremangarse, figurada o literalmente, para ayudar con su trabajo o dinero a restablecer la situación anterior, como acabamos de ver con la reciente DANA en Valencia y Albacete (sé que también otros sitios, pero cito los focos principales), constatar esa respuesta común, me hace recuperar mi fe en la humanidad, maltratada tras demasiada observación de la cara mala de este mundo, parafraseando al gran Pau Donés.

Por todo lo anterior, quiero decir, alto y claro, ¡GRACIAS A TODOS! A los voluntarios que dedicáis tiempo y energía a ayudar a los demás a lidiar con sus problemas y a los que voluntariamente sois capaces de hacer un alto en el camino y demostrar solidaridad con vuestros semejantes, sean estos cercanos o lejanos, sean uno o muchos. De todo corazón, ¡MUCHAS GRACIAS!


~ ~ O ~ ~



Publicado en mi blog diez días después del desgraciado evento meteorológico que acabó con más de doscientas personas el 29 de octubre de 2024 en Valencia y Albacete. Dos días más tarde también fue publicado en el blog de la Asociación Civitas Lucis.

4 comentarios:

Yolanda del Moral dijo...

Gracias por expresar lo que muchos de nosotros hemos sentido viendo esas imágenes estremecedoras de muerte y destrucción, y también de cómo todo un país de mil formas diferentes se ha volcado con las víctimas para ayudarles. A pesar de todo lo que vemos a diario, el ser humano es bueno, y se demuestra ante cosas como ésta.
Muy buen artículo.

Ernesto del Moral Moreno dijo...

Gracias a ti, solo quería expresar mi agradecimiento al lado bueno de las personas...al lado bueno del mundo.

Anónimo dijo...

Sábias palavras. Ainda há esperança no ser humano. Que cada um de nós faça a sua parte para deixar o mundo um pouco melhor. Que amemos os outros gratuitamente e que estejamos perto deles na dor e nas dificuldades. que Deus nos abençoe a todos

Ernesto del Moral Moreno dijo...

Muito obrigado por me ler e por ser meu único seguidor internacional (ha ha ha). É um prazer ver seus comentários, é a prova de que existem receptores, do outro lado da tela onde escrevo, recebendo meu sinal. Muito obrigado, novamente.
[Espero que o Google Tradutor não me pregue peças :)]

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